martes, 8 de septiembre de 2009

LOS 5 PECADOS CAPITALES DE UN GIMNASIO

Siguiendo con las reflexiones previamente vertidas en este blog (léase “5 cosas que tenés que saber antes de ir a un gimnasio”) la inagotable fuente de labor filosófica que nos proveen dichos ámbitos me lleva a la redacción de este nuevo artículo.

Cómo prólogo diré que aprovechando el tiempo libre de la época estival me dirigí a un gimnasio de la zona privilegiando el precio a cualquier otro parámetro ya que con más o menos recursos sabemos que son casi todos lo mismo.

La experiencia que a continuación relato es verídica 100%, solo puedo adjudicarme el sarcasmo inevitable en estas situaciones, que puede verse como una cualidad negativa si no se perciben las ventajas del mismo. Ej: evitar raptos de ira, violencia y otras conductas antisociales, ulceras y trastornos gástricos.

Entonces, los 5 pecados capitales de un gimnasio (en realidad son más pero la pereza es uno de los míos).

  1. Ingreso al gimnasio, luego de una breve consulta de horarios y costos me decido a concurrir 3 veces por semana. La recepcionista me hace firmar un formulario que informa la obligación de presentar un certificado médico que avale mi capacidad para realizar actividad física PERO NUNCA SE ME PIDE DICHO CERTIFICADO!!! Puedo padecer alguna dolencia cardiaca, un trastorno postural como la escoliosis, problemas respiratorios o peor aún ser una asesina serial en potencia. Pero con una simple firma y mi número de teléfono (Hércules no permita que me atrase en alguna cuota y no tengan donde ubicarme!!!) ya estoy en condiciones de hacer desde Ritmos latinos hasta Boxeo profesional.
  2. Subo al gimnasio con mi botella de agua, me ubico en el fondo entre steps de fibrofacil y palos de escoba (ya me estoy cuestionando el costo en casa tengo escalera y como 4 escobas…) tratando de pasar desapercibida, cosa que logro con rotundo éxito yo y otras 5 novatas más que como yo empezaron el 2009 con el firme propósito de resistir a toda acción expulsiva de los centro de actividad física modernos. La instructora entra, entre dientes dice algo como msssempezamó!! y ahí nomás empezó la clase. NUNCA SE PREGUNTÓ QUIENES ERAN ESAS 5 EXTRAÑAS EN EL FONDO DEL GIMNASIO tratando de seguirla y recordar al mismo tiempo cual es la derecha y cual es la izquierda. Nuestras oportunidades de sobrevivir escasas y de volver después de semejante experiencias casi nulas.
  3. Mi segundo día de asistencia comenzó unos 45 minutos antes de la clase. Fui al gimnasio de aparatos para complementar los grupos musculares que no trabajamos en la clase. Me atiende el presidente del club de fans de Mister Músculo y me pregunta: -Ya te entrené, no? A pesar de mi respuesta rotundamente negativa no recibo mayores explicaciones, una entrada en calor en una elíptica (especie de bicicleta sin asiento en la que los pies hacen un movimiento circular y los brazos se toman de dos especie de esquíes). Después un tour por varios aparatos y sin detenerse en nimiedades como “postura” o “carga adaptada” me explicó con gestos vagos el funcionamiento y la cantidad de repeticiones con la misma actitud mecánica de un alumno repitiendo la tabla del 8. Al finalizar la rutina me dijo: “Ahora elongá, y a continuación hizo dos gestos que de no saber su real significado (principalmente por ser Prof. de Educación Física) hubiera creído que me estaba haciendo alguna insinuación extraña. Trataré de explicarlos con palabras: gesto 1: se tomó el brazo izquierdo con la mano derecha a la altura del codo y, gesto 2: con la misma mano se tomó la punta del pie flexionando la rodilla. NO RECIBÍ OTRA EXPLICACION, NI EJERCICIO Y DESAPARECIÓ COMO UN NINJA ENTRENADO.
  4. Acto seguido y después de, por iniciativa propia, haber elongado abdominales, ejercicio totalmente prohibido en la mayoría de los gimnasios ya que corrige posturas lordóticas que hacen creer a las mujeres que la cosa está mejorando y empujan a los hombres a la asistencia perfecta. Decía, acto seguido subí a la clase con la confianza de una veterana… mi actitud superada no duró más de 3 minutos ya que habían cambiado de profesora que ingresó afirmando: “me dijeron que son un grupo entrenado!” Y acorde al resto de los responsables del gimnasio, que parecen tener serio problemas auditivos, NO ESCUCHÓ el NOOOOOOOOOO generalizado y comenzó la clase. Durante toda la sesión se mantuvo con la vista en el espejo como si pudiera ver avanzar la hipertrofia de sus bíceps, lo que impidió que observara y corrigiera posturas incorrectas y potenciales paros cardíacos. Casi al final de la sesión con señas poco comprensibles creí percibir una corrección hacia mi persona (estábamos haciendo sentadillas y nada en mi postura podía ser reprochable), como no entendía el lenguaje gestual se acercó hasta mi, cosa que no agradecí en lo más mínimo para exponer mi terrible error: tenía los pies separados… unos 5 cm. fuera del ancho de hombros ¡HORROR! Con la tranquilidad de conciencia de haberme devuelto al universo de las sentadillas correctas volvió a sumirse en su autocontemplación muscular sin reparar en mi compañera de la derecha que arqueaba su columna lumbar como las palmeras en tormentas tropicales.
  5. A los 20 min. sufrimos el abandono de 2 de mis compañeras principiantes que se retiraron después de intentar coordinar movimientos de brazos y piernas a la velocidad de un cohete espacial sin tiempo para fijar el ejercicio y menos tiempo todavía para recobrar el aliento… LA PROFESORA LAS VIO intentar, las vio sufrir, las vio transpirar, las vio desfallecer y las vio irse, todo esto sin hacer el más mínimo comentario. Hubiera sido útil un “chicas no se vayan sin elongar porque si esto les pareció una tortura mañana no van a poder ni abrir un cajón”.

Quizá te parezca gracioso, pero lo más probable y triste es que te suene muy familiar. Lo que espero es que te abra los ojos. Hay muchos gimnasios y lamentablemente en demasiados se trabaja de esta manera… pero también hay otros en los que hay conciencia de que el elemento humano es el más importante, más que los aparatos, instalaciones, etc… y en ellos podrás encontrar profesionales idóneos que te conducirán por el camino del bienestar físico esquivándote los baches que antes te enumeré.

Por eso te invito a iniciar la búsqueda y también la difusión de esos ámbitos donde las personas y las máquinas se unen en la producción de endorfinas.

Betina Managó

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